sábado, 4 de abril de 2009

¿QUÉ ES HABLAR CORRECTAMENTE?


Extracto de un artículo de Ambrosio Rabanales:


El artículo es una respuesta que salió a la luz bajo la autoría del profesor Mario Banderas cuyo título era ¡Ud. no lo diga! En todos los casos el autor dice basarse en la autoridad de la Real Academia Española en adelante RAE. Así es “correcto”, según el profesor banderas todo lo que la RAE acepta en estas obras e “incorrecto” todo lo que censura o que simplemente no se encuentra en el libro señalado. O más aún si no están allí es porque “no existen” y en consecuencia no se deben emplear, aunque muchas de ellas son utilizadas habitualmente por los hablantes, hasta por eminentes profesionales incluso en más de alguna oportunidad la hemos vista escritas en artículos de diarios, libros o revistas.

Entre las formas que no existen están por ejemplo: toperoles, refalarse, pachotada, etc.; por su ortografía: carnet; por su morfología: agraden, dolerá, pone/tu), etc., Este criterio limitándonos sólo al léxico tampoco existen: tecnocracia, rol, instrumentalizar, hiperkinético, freudiano.

Y aún más en ambientes universitarios se usan sin ningún pudor lingüístico, pregrado, postgrado, magíster, parvulario, y parvularia, a pesar de que “no existen”.

Y sin necesidad de encumbrarse tanto, también pueden citarse términos de uso diario totalmente arraigados en Chile, que están en la misma situación: alcuza, cacho, lavatorio, ampolleta en vez de los académicos: angarillas, cubilete, lavabo y bombilla.

Errores del criterio de corrección

Obviamente, existen errores. ¿Cómo puede no existir algo que se usa abiertamente? ¿Cómo puede ser incorrecta una forma que no exista? Si esto es así tenemos que decir que ninguno de los hispanohablantes se expresa correctamente. La verdad es que absolutamente imposible hablar o escribir en Chile (y en cualquier otra parte del mundo hispánico) sin emplear términos registrados en su totalidad o en su significado en el diccionario académico español. Entonces, existen dos errores fundamentales en dicho criterio 1) identificar la lengua española de hoy con el diccionario mayor de esta corporación y 2) creer y hacer creer que las obras de la RAE son guías absolutamente infalibles del buen decir.

Las obras académicas no agotan la lengua española, por a lo menos dos razones, porque incluye términos obsoletos o de muy poco uso y no incluye términos de uso habitual, es decir, “su ausencia en el diccionario no significa por si sola que (tales acepciones) no existan en el uso o sean incorrectas”.

Recordemos a Bello “no se crea que recomendando la conservación del castellano sea de mi ánimo tachar de vicioso y espúreo todo lo que es peculiar de los americanos”. Así pues como Bello con su sabiduría estimula la creación lingüística conforme al “genio del lengua”, mediante la cual ésta se enriquece. Por lo tanto, los puristas del lenguaje sólo hacen anquilosar la lengua y no permitir su carácter dinámico y evolutivo.

Es un hecho indiscutible que la lengua está cambiando permanentemente por la inmensa cantidad y heterogeneidad (geográfica, histórica, social y cultural) de sus hablantes, no puede encerrársela enteramente en un diccionario o una gramática. Se ha afirmado con razón que desde que ven luz estas obras ya están anquilosadas. De allí las numerosas enmiendas y correcciones de la propia RAE. Las que hace de una edición a otra.

Lo factible aquí es usar la lengua según el ambiente que nos toca vivir o los impresos que nos toca leer. Por esto las obras más que las obras lingüísticas mencionadas (que muy poca gente conoce) sirven de modelo lingüístico los textos orales o escritos que nos bombardean todos los días y durante la noche los medios de comunicación para las masas: el diario, la revistas, la radio y muy particularmente la televisión. De aquí su enorme responsabilidad en los destinos de nuestra lengua, responsabilidad compartida con los establecimientos educacionales que forman a los que hablan y escriben en los medios de comunicación. También las obras literarias y los textos científicos y filosóficos siguen siendo modelo particularmente para los que tienen el privilegio de ingresar a la educación universitaria.

La RAE, pues como Bello señala se basa en sus declaraciones en el uso que de la lengua hace sobre todo la gente culta. Como se ve en esta corporación la que apoya su uso y no está sobre aquella. De aquí que las formas recomendadas por las academias asociadas a su inclusión en el diccionario o en la gramática lo son porque se usan para que se deje constancia de ello y para que el interesado que no las conozca las entienda cuando las oiga o las lea y no para que las use necesariamente. Entonces obras académicas no son guías infalibles del buen decir, pues generalmente ellas apuntan a cómo procede generalmente el hablante y no como debe proceder; describe lo que se hace para guiar al que no sabe.

El español se habla correctamente de muy diversas maneras, tantas como lo exija cada situación, es como todo idioma plurinormativo. Una preocupación exagerada por la pureza lingüística puede estar reñida con el progreso y la unidad del idioma español.


MODELO DE COMUNICACIÓN:

(PARA RECORDAR Y COMPLEMENTAR NUESTRAS PRIMERAS CLASES)






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http://www.youtube.com/watch?v=TpWoKfrmNjg


CAMBALACHE:





MANO A MANO



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