OPINIÓN:
"A menudo aparecen en los medios de comunicación palabras o expresiones que llaman la atención por ser vocablos imposibles de encontrar en los índices de diccionario alguno, pero que sin embargo cualquier habitante de este país [Chile] entiende perfectamente y muchos no podrían decir lo mismo usando nuestro idioma oficial. Se trata de palabras o expresiones provenientes del Coa, el lenguaje de la delincuencia chilena
Una jerga es una extensión de la lengua común, lengua madre, que vive en ella como un parásito y que es creada por grupos o agrupaciones de personas que tienen hábitos y propósitos comunes, que hacen una vida más o menos común. Estos tipos de asociaciones tienden en forma natural a crear un argot, una jerga que los distinga del resto y que simultáneamente vincule a sus miembros aislándolos y protegiéndolos del resto de la sociedad. Es la jerga, por lo tanto, un tecnicismo profesional, del cual harán uso los iniciados, los miembros del grupo o sociedad, para reconocerse, tratarse, protegerse mutuamente, compartimentarse de víctimas o enemigos, sea éstas compuestas por médicos, abogados, militares o delincuentes.
"A menudo aparecen en los medios de comunicación palabras o expresiones que llaman la atención por ser vocablos imposibles de encontrar en los índices de diccionario alguno, pero que sin embargo cualquier habitante de este país [Chile] entiende perfectamente y muchos no podrían decir lo mismo usando nuestro idioma oficial. Se trata de palabras o expresiones provenientes del Coa, el lenguaje de la delincuencia chilena
Una jerga es una extensión de la lengua común, lengua madre, que vive en ella como un parásito y que es creada por grupos o agrupaciones de personas que tienen hábitos y propósitos comunes, que hacen una vida más o menos común. Estos tipos de asociaciones tienden en forma natural a crear un argot, una jerga que los distinga del resto y que simultáneamente vincule a sus miembros aislándolos y protegiéndolos del resto de la sociedad. Es la jerga, por lo tanto, un tecnicismo profesional, del cual harán uso los iniciados, los miembros del grupo o sociedad, para reconocerse, tratarse, protegerse mutuamente, compartimentarse de víctimas o enemigos, sea éstas compuestas por médicos, abogados, militares o delincuentes.
De esta perspectiva los elementos del argot o jerga vienen a ser una especie de santo y seña que es sólo válido y útil en tanto se mantenga ocupado por los integrantes de la cofradía, en esa especie de hermandad. Por lo tanto, si los términos, expresiones o palabras que constituyen esta forma de comunicarse, pasa a ser conocida por todo el mundo, deja de ser el lazo de unión que acerca, vincula y defiende. En ese momento el término deja de ser exclusivo del diccionario de la jerga pasando al lenguaje común. Cuando esto sucede, la jerga invade su lengua madre, siendo de ahí en adelante normal observar su uso en todos los ámbitos de la sociedad. Lo que sucede hoy en nuestro país.
Pero, por muy grande que sea la fuerza con la que la jerga inunde su lengua madre, nunca será suficiente para abordarla por completo, sustituirla. Es que por las características de su origen, el lenguaje de los delincuentes tiene una extensión bastante acotada, su léxico es especialmente pobre. Normalmente éste se refiere a las imágenes, sentimientos y vivencias de la mente criminal, ya sea que éste se encuentre gozando de una normalmente efímera libertad, purgando condena en una cárcel, o en una esquina urdiendo el siguiente golpe. En todas estas situaciones los objetos y sensaciones que se tienen presente con mayor frecuencia son de carácter criminal o carcelario, limitando entonces, la cantidad de expresiones generadas en el lenguaje, a definir o señalar este tipo de objetos o sensaciones. De ahí que el coa haga objeto de múltiples designaciones al dinero, el robar, el matar o pelear, el sexo, la vida en prisión, el comer y el beber o el drogarse.
Este lenguaje siniestramente alegre hace ostentación, eso sí, de su imaginación generando una gran sinonimia. En esta recopilación es notable la gran cantidad de nombres que es posible encontrar para designar al órgano sexual masculino. Aunque aquí consignamos sólo 42, en el curso de la investigación nos encontramos con una cantidad enorme de denominaciones, pero que aparecen en forma muy localizada, no repitiéndose en otros entornos, por lo que es posible sospechar su poca trascendencia. Sorprende también la cantidad de expresiones o palabras que hacen alusión al sexo, las relaciones sexuales, órganos sexuales femeninos. Esto explicable por la situación de abstinencia prolongada a que somete la pena de cárcel.
El coa chileno tiene un vecino notable: El lunfardo argentino, la jerga de los ladrones bonaerenses y con más precisión que el coa, el lunfardo es un lenguaje profesional, "la tecnología de la furca y la ganzúa", según apunta J.L.Borges. De esta jerga del ladrón porteño, el coa toma una gran cantidad de términos. Quizás los conceptos más propiamente de ladrones que ostenta el lenguaje de los mapochinos, tienen su origen en el lunfardo.
La palabra coa tiene su origen en la palabra española "coba"= embuste, adulación, dar coba= adular, que quizás se origina en el caló español, el lenguaje de los gitanos, aunque otros dicen que viene de la Germanía, antigua jerga española, y sería una deformación de "boca". Como sea, los chilenos transformaron la palabra que llegó a ser "coa", cuya definición contemporánea podría ser "el lenguaje que intenta ser creíble". Algo así como "engrupir".
Parafraseando a Borges (Lunfardo: el arte de la furca y la ganzúa), el coa debe ser "el arte del chamullo y la movida".
No resulta raro ver en televisión a algún político decir que "la juventud no está ni ahí" cuando quiso manifestar que "la juventud muestra cierto grado de indiferencia". Le es más fácil usar el coa y todo el mundo sabrá qué quiso decir.
Pero fue la dictadura, a partir de septiembre de 1973, la que en definitiva hizo lo necesario para sacar el coa de los estrechos círculos de los delincuentes y de las cárceles. Fue la dictadura y la consecuente represión la que llevó a centenares de miles de chilenos a pasar largas o cortas temporadas en las cárceles, en donde se convivió con los llamados presos comunes, delincuentes de todas las facturas. Estos chilenos encarcelados eran en su mayoría dirigentes estudiantiles, obreros, artistas, pobladores, dirigentes políticos, quienes necesariamente aprendieron el manejo de una jerga que no conocían y que al salir en libertad se llevaron y comenzaron a usar.
Estas miles de personas y su influencia en sus respectivos medios, hicieron que las palabras aprendidas en coa, a su paso por las cárceles se incorporaran al lenguaje común de otras miles de personas. En el corto tiempo esta mecánica haría que la forma de hablar usada en las cárceles se incorporara al lenguaje común de la gente no delincuente en forma extensa y simultánea. En ese momento el coa se incorporó para siempre a nuestra manera común de decirnos las cosas."
Conversación "FLAITE".
Lunfardo
Lenguaje propio de lo marginal.
Ver Diccionario Lunfardo:
Bacana, paria, otario, remange, percanta, gambetear, marchanta, maula, mate, gavión, milonga, bacán, cafischos, acamala, etc.
Recuerden ver tango Cambalache.